
Por: Yeri González |
Raúl Arellano Aguilera, un ex policía federal, es el nuevo testigo de la Fiscalía de Estados Unidos, que este martes ha declarado en el juicio contra Genaro García Luna, secretario de Seguridad Federal de México.
El expolicía le dijo al juez que el tráfico de drogas en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y otros puertos aéreos se permitió gracias a la corrupción dentro de la extinta Policía Federal.
Además, Arellano Aguilera afirmó que fue testigo de que Óscar Moreno Villatoro, ex director general de Administración de Prisiones Federales y cercano a Genaro García Luna, recibía dinero, y habló sobre una “misteriosa orden” para detener las revisiones de vuelos que provenían desde Sudamérica y otros que se dirigían a Estados Unidos.
Defensa de Garcia Luna pone en duda testimonio de “narcotestigos”
Ayer lunes compareció Oscar Nava Valencia, conocido como ‘El Lobo’, líder del Cártel del Milenio.
‘El Lobo’ aseguró que él pagó sobornos a García Luna, por hasta 10 millones de pesos, para obtener seguridad e información de bandas criminales rivales.
Valencia fue el segundo testigo de la Fiscalía en el juicio, después de que la semana pasada ‘El Grande’ asegurara que el Cártel de Sinaloa pagaba mensualmente una cantidad al exfuncionario, que empezó en 1.5 millones y acabó en 3 millones.
Los abogados defensores del ex secretario intentaron poner en duda la credibilidad de ‘El Lobo’, que aseguró haber pagado más de 10 millones de dólares a Genaro García Luna a cambio de seguridad e información.
El abogado Florian Miedel se centró en el pasado criminal de ‘El Lobo’ y también en que desde que fue detenido en 2011 hasta 2020 nunca mencionó el nombre de García Luna durante las decenas de encuentros que mantuvo con agentes de seguridad y fiscales estadounidenses.
Tras el testimonio del Lobo Valencia, el juez Brian Cogan advirtió una vez más que no tolerará testimonios de gente a la que no le consten las cosas. Y es que la defensa de García Luna, en el interrogatorio, desarmó a Nava Valencia. Puso en jaque la credibilidad de sus dichos y lo orilló a dudar y contradecirse.