
Por: Redacción |
Este lunes 1 de junio, trabajadores y empresas de las actividades de la construcción, manufactura automotriz y minería regresan a la actividad, luego de que las autoridades sanitarias en México, las incluyeron en la lista de actividades económicas esenciales.
Las propias autoridades establecieron una serie de normas y reglas que tanto las empresas como los trabajadores deben observar para evitar contagios de COVID-19 en el marco de la nueva normalidad.
Sin embargo, el senador por Morena y líder del sindicato minero Napoleón Gómez Urrutia emprendió su propia estrategia de supervisión y establecimiento de condiciones para las empresas, con el pretexto de mantener a salvo la salud de los trabajadores.
Por lo pronto ha comenzado una campaña de desprestigio y cuestionamiento a la Secretaría de Salud, pero sobre todo a la titular de la Secretaría del Trabajo al afirmar que no están haciendo bien su trabajo de inspección de los protocolos sanitarios ante la próxima reapertura de la industria.
Admitió que él personalmente ha tenido contacto con los representantes de empresas, como Arcelor Mittal y Minera Autlán, entre otras, para definir los esquemas de reapertura, además de haber girado instrucciones a todos los dirigentes seccionales del sindicato minero a denunciar cualquier irregularidad, por lo que no se descarta que en el reinicio de actividades, las huestes de “Napito” aprovechen el momento para retomar paros y huelgas.
El COVID-19 como pretexto
Gomez Urrutia retomó las viejas prácticas que, desde su disminuido Sindicato Minero, usó en el pasado para obtener beneficios para él y sus más allegados en las negociaciones de los contratos colectivos de trabajo, a través de paros y huelgas que dejaron a decenas de comunidades mineras en la pobreza por el cierre de las fuentes de trabajo.
Ni la evidente crisis económica y laboral que se avecina por efecto de la pandemia de COVID-19, lo detienen para mantener a salvo sus ingresos provenientes de las cuotas que su sindicato le retiene a los trabajadores. Su más reciente maniobra fue la desestabilización de la mina de Tahuaya en Zacatecas, donde sus huestes, agitaron a los mineros para que se cambiaran a su sindicato, y hasta lo celebró con un video.
La pandemia del COVID-19 parece haberle caído como anillo al dedo, al polémico legislador y propietario de la franquicia del Sindicato Minero.
Son las autoridades de salud, de la Secretaría del Trabajo y de Economía, las que tienen la tarea de supervisar que las empresas implementen protocolos de sanidad para garantizar la salud de los trabajadores que regresaran a su trabajo.
Sin embargo, en el caso de la industria minera, las empresas han tenido que batallar las semanas recientes, con las condiciones que intenta imponer el senador morenista Gómez Urrutia, quien ha sido aislado de las decisiones del gobierno y del propio senado y obligado por la Ley Federal del Trabajo a convocar a elecciones sindicales ha preferido tomar la ruta del disimulo epidemiológico.
La cortina de humo para no cumplir con la Ley Federal del Trabajo
¿Que intenta ocultar Gómez Urrutia?
El incumplimiento de una de los grandes avances de la Ley Federal del Trabajo que se reformó en 2019 y que establece como una se sus premisas es escenciales la democratización de los sindicatos.
El nombramiento de Napoleón Gómez Urrutia, al frente de la Secretaría General del Sindicato Minero, concluyó este 31 de mayo de 2020 y, de acuerdo con lo que establece la Ley Federal del Trabajo, hace 10 días debió haber convocado a elecciones para que todos los integrantes del Sindicato Minero lo ratifiquen o decidan por un cambio en la dirigencia de esa organización.
Pero eso no sucedió, la fecha sancionada por la ley que el probo como legislador para convocar a elecciones no fue respetada, acostumbrado a que se haga su voluntad se ha pasado la ley por el arco del triunfo, y amparado en su investidura de senador y líder inamovible del sindicato minero, sencillamente no le dio la gana cumplir con la ley.
¿Lo llamará la Secretaría del Trabajo a cuentas?